La música, las artes y las Ciencias Médicas son su pasión
ANA LUCÍA RUANO NIETO
Especialista en el manejo de Enfermedades Infecciosas – Parasitosis
Investigadora ecuatoriana con especialización en España
¿Cuál es el ciclo de vida de un parásito en el estómago de un niño? Indagar esto es la misión de Ana Lucía Ruano, científica ecuatoriana que retornó al país para hacer ciencia.
Esta quiteña, nacida en el antiguo Hospital Militar en el tradicional barrio de San Juan, es la séptima hija de José Ignacio Ruano Mora, militar y artista plástico de la Escuela de Arquitectura y Bellas Artes de la Universidad Central del Ecuador (UCE), y de María Concepción Nieto. De su padre heredó sus convicciones y la pasión por las artes, mientras que de su madre el profundo compromiso de servir y la fortaleza para hacerlo, fueron sus principales influencias.
Ana Lucia, de tez clara y ojos marrones, afirma, con la mirada en el horizonte como quien anhela tiempos pasados, que cada tarde al salir del Colegio 24 de Mayo acudía al Conservatorio Nacional de Música. Ahí aprendió el lenguaje universal de la música, el solfeo. Pasión que casi tuvo que abandonar cuando ingresó a la Facultad de Ciencias Médicas de la UCE. Sin embargo, la música siempre le acompañó. La Doctora asegura que sin que nadie lo sepa aún toma sus viejos libros de solfeo e interpreta algunas partituras.
Las primeras prácticas como estudiante de Medicina, el voluntariado, conocer el dolor de sus pacientes y sentir la satisfacción de curar el padecimiento de otros seres humanos le fascino rápidamente. Ana Lucía relata cómo durante el estudio de cada cátedra se le ocurrían mil cosas para investigar: “Tenía tantas ganas de descubrir el porqué de toda patología que conocía”.
Motivada por ese deseo, en cuarto año de la carrera participó en el primer concurso de investigación en Farmacología Aplicada, en donde experimentó con ratas para describir cómo sus hormonas sexuales (estrógenos) modifican la apariencia y así ganó el primer lugar.
Su afán por descubrir no paró ahí, durante las prácticas rurales investigó sobre las parasitosis (presencia de parásitos en los seres humanos) en niños escolares del Cantón Salcedo y obtuvo el primer lugar entre 300 trabajos de todo el país.
A los 25 años de edad llegó a la Universidad de Triángulo Mineiro en Minas Gerais, Brasil. De su estancia recuerda el alegre recibimiento del Profesor Aluizio Prata, pues ella era la única mujer de un grupo de ocho médicos, la más joven y, según dice, la más inexperta.
El idioma fue uno de los obstáculos que tuvo que superar para atender con completa entrega a los pacientes inmunosuprimidos con enfermedades infecciosas. Ana Lucia revela que ellos fueron como un libro abierto de aprendizaje, donde el sanar sus padecimientos le llenó de entusiasmo, por lo que se decidió en estudiar esta especialidad. El Instituto de Patología Tropical y Salud Pública del Estado de Goías (Brasil) le abrió sus puertas para realizar su Maestría, en la cual trabajó sobre pacientes inmunosuprimidos (personas con una respuesta inmunológica defectuosa), diagnosticando parasitosis intestinales que causaban la muerte en pacientes con VIH-SIDA.
En el 2002 regresó al país, pero en cinco meses no encontró trabajo. “En el Ecuador de aquella época no había cabida para la investigación en mi área, quería seguir estudiando y preparándome pero no había mucho dinero en mi hogar, así que opté por postular a las becas que ofertaba el Gobierno español”.
El Ministerio de Sanidad y Consumo financió su diplomatura en Salud Internacional. Cuando estaba por terminar su período de beca recibió una notificación: su proyecto pre-doctoral le hizo acreedora de una beca de la Fundación Carolina en España, con la que obtuvo el título de Altos Estudios de Doctorado con la tesis que versaba sobre el Manejo y Control de animales de laboratorio, orientado a la patología parasitaria y por 3 años consecutivos obtuvo una beca para jóvenes investigadores latinoamericanos. Esto le permitió estudiar el doctorado en la segunda Universidad más antigua de Europa, Salamanca.
Allí trabajó sintetizando proteínas antigénicas de parásitos, estudiando el ciclo y su fisiopatología en el huésped, probando vacunas y, sobre todo, estudiando inmunológicamente cómo el parásito evadía la defensa del huésped y qué papel jugaba el óxido nítrico en el proceso. Este fue el tema de su tesis de doctor.
Actualmente, ha iniciado un nuevo reto: Estudiar las diferentes tipologías de parasitosis en su país de origen. “Al fin podré estudiar e investigar en mi Ecuador, aplicando todo lo que aprendí en estos últimos 14 años de mi vida y contribuir de esta manera a que los niños tengan menos parásitos y no tengan problemas de aprendizaje, a que pacientes inmunosuprimidos ecuatorianos tengan la posibilidad de no morir por parasitosis desatendidas y que se sepa, a nivel nacional e internacional, la real prevalencia de estas afecciones en mi país”.