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Andrea Lobato, pasión por la arquitectura centrada en el ser humano

Una casa no es solo un bien inmueble, debe ser un espacio de bienestar

“El confort no debe entenderse como sinónimo de lujo”. Esta es la premisa en la que se asienta la propuesta arquitectónica que aspira desarrollar Andrea Patricia Lobato Cordero, para quien la arquitectura está ligada directamente con el arte y, de modo inexorable, con el ser humano.

“La vivienda debe ser un espacio donde las personas se sientan bien y encuentren satisfacción”, señala esta arquitecta cuencana de 33 años, que trabaja en el Instituto Nacional de Eficiencia Energética y Energías Renovables de Ecuador, luego de haber culminado con éxito su maestría en Eco Diseño y Eficiencia de Energética en el Universidad de Zaragoza (España), con una beca financiada por el Estado ecuatoriano.

En Ecuador, casas y edificios ofrecen estilos y materiales variados, ligados con frecuencia a la capacidad económica y adquisitiva de sus dueños o compradores. En ese contexto, no siempre se alcanza una conjunción entre la funcionalidad de las estructuras y el bienestar que esos espacios deben generar a los seres humanos que habitan en ellos.

Andrea tiene los ojos oscuros, pequeños y alegres, estos se avivan cuando mueve esporádicamente sus manos para explicar que las viviendas deben dejar de ser solo un sitio donde dormir o un bien inmueble, que es parte del patrimonio de una persona, y transformarse en espacios de bienestar, donde los seres humanos sientan satisfacción, cuiden su salud y cristalicen el principio del Buen Vivir.

El diseño de las viviendas se vincula a las condiciones climáticas, pero la regularidad meteorológica que presenta el Ecuador, por su ubicación geográfica, no obliga a desarrollar nuevas formas de concebir las viviendas, señala.

Andrea reconoce que la arquitectura, en su forma tradicional de construcción, tiene un enfoque de ganancia económica e implica destrucción de la naturaleza, pero subraya que entre las proyecciones consta que en las viviendas de los ecuatorianos se usen materiales ecológicos nacionales y se rescaten algunos materiales ancestrales como el adobe, para casas de clima frío.

Aunque el país no dispone todavía de un inventario de datos técnicos de los materiales que pueden usarse para viviendas, esta profesional de la construcción precisa que el levantamiento de esta información sería el primer paso para cambiar la concepción de la vivienda en Ecuador.

Con una sonrisa permanente, esta arquitecta vegetariana narra cómo en compañía de sus hermanos: Felipe, Priscila y su gemela Gina armaban casas y ciudades con las palmeras que dejaba el jardinero. Pareciera que este juego daba indiciosos de su futura carrera profesional, pero aclara que su inclinación por el arte la hizo contemplar como primera opción universitaria la carrera de Restauración.

Su instrucción escolar primaria y secundaria la cumplió en el Colegio Rosa de Jesús Cordero. En esta institución obtuvo su título de Bachiller en Secretariado Bilingüe. Siempre tuvo la necesidad de explorar al ser humano, por lo que en su época colegial se divertía imitando las actitudes y gestos de sus maestros. De allí quizá su afición por el teatro.

Andrea se declara una apasionada por el arte, por lo que en su tiempo libre disfruta de ir al teatro y escuchar música. Gusta de escuchar nuevas propuestas musicales, aunque puntualiza que la música clásica está entre sus preferencias.

Actualmente diseña proyectos que permitirán concretar las propuestas del Eco Diseño en el Ecuador, cuyo objetivo es implementar una arquitectura que garantice el máximo nivel de bienestar a los usuarios de estas infraestructuras. Paralelo a esto realiza trabajos particulares con Gina, su hermana y colega.

Ella retornó a su patria luego de concluir sus estudios como becaria en España y ahora en Ecuador es fuente de propuestas innovadoras y creativas.