Saltar al contenido principal

Adriana Chávez López, altruismo y dedicación para servir a su comunidad

Boletín de Prensa No. 028

Quito, 31 de enero de 2014

En el barrio Nuevos Horizontes, oriente de la ciudad de Esmeraldas, se levanta una casa de caña edificada sobre un solar empinado. La única forma de entrar es atravesando una carpintería y subiendo por un improvisado tramo de gradas que amenaza con deslizarse a cada paso. Allí vive Adriana Chávez López, de 28 años, junto a su hijo Adriano Alexander y su madre.

Su jornada diaria inicia a las 05:50 de la mañana. Antes de ir a la Universidad, prepara el desayuno y envía a su hijo al centro de educación inicial en el que estudia. “Él sabe que estoy estudiando, es muy inteligente, sabe que debe prepararse para que tengamos un futuro mejor”, señala.

Ella cuenta que su vida siempre estuvo asociada al trabajo. Desde los 14 años se ganaba la vida pintando piezas de cerámica, luego atendiendo locales comerciales y más tarde trabajando como auxiliar de limpieza en una escuela del recinto San Antonio, parroquia Carlos Concha. Aquella población es lejana y, según relata Adriana, hasta el 2010 no disponía de servicios de luz, ni agua potable. Ese era su lugar de trabajo por cinco días y destinaba los fines de semana para visitar a su familia.

En 2003, Adriana logró graduarse como Bachiller en Química y Biología en el entonces Instituto Técnico Eloy Alfaro, pero tuvo que postergar su sueño de realizar sus estudios superiores y buscar un trabajo de tiempo completo para cubrir los gastos de su hogar.

Para esta madre, la posibilidad de estudiar una carrera universitaria no se veía posible, hasta agosto de 2012, cuando decidió postularse para rendir el Examen Nacional para la Educación Superior (ENES).

Ahora cursa el primer semestre de Contabilidad y Auditoría en la Universidad Técnica Luis Vargas Torres y es parte de los 317 beneficiarios del Programa de Becas Nacionales Eloy Alfaro de la provincia de Esmeraldas.

Este programa financia los estudios de tercer nivel de personas que son beneficiarios directos o dependientes económicos de familias que reciben el Bono de Desarrollo Humano (BDH), a la vez que brinda igualdad de oportunidades a estudiantes con capacidades especiales que portan el carné del Consejo Nacional de Igualdad de Discapacidades del Ecuador (Conadis).

Con una sonrisa, esta joven de tez trigueña y cabello rizado, dice sentirse alagada de ser becaria. Ella recibirá una mensualidad de USD 340 dólares mensuales, lo que le brinda la tranquilidad para dedicarse por completo a sus estudios.

Adriana tiene un propósito claro: prepararse para servir a la comunidad. Ella anhela crear una agencia de contadores para asesorar a la gente en temas tributarios de manera gratuita. Según explica, su motivación se debe a que en su ciudad no existen muchos profesionales en esta rama y quienes conocen de contabilidad cobran precios “exagerados” por el servicio que prestan. “Yo soy la fuente de mi éxito”, asegura mientras se muestra convencida del objetivo que quiere alcanzar.

Adriana exalta la labor gubernamental para ofrecer oportunidades de estudio a personas de escasos recursos. En el contrato celebrado entre Adriana y la Subsecretaría de Fortalecimiento del Conocimiento y Becas, ella se compromete a obtener un promedio de 8.5/10 en su record académico para mantenerse como becaria BDH.

Con la entrega de estos beneficios estudiantiles, el Gobierno nacional democratiza el acceso a la educación superior.